En la fila de la derecha. Siempre en la fila de derecha. Donde tantas veces me escoltó mi Padre, quizás para facilitar la cercanía a la fila de su Padre, mi Abuelo. En la fila de la derecha, delante de Jesús, ya sin mi Padre detrás, pero esperándolo encontrar cargado con un zumo de naranja con miel hasta arriba de cariño y de recuerdos, para el caminante anónimo sediento, que cree en Jesús.
En la fila de derecha me acordaré de tí, pues es un tiempo precioso de reflexión sobre los (benditos) adoquines, en el que soy más que nunca dueño de mis pensamientos, pues oculto mi rostro hasta de mí mismo, para ser más sincero. Me acordaré también de tí. Sí. Casi sin quererlo.
En la fila de la derecha, por donde durante 26 años, siempre que el Cielo no llorara en Lunes Santo, he surcado las calles de Sevilla desde el Barrio León y vuelta a él. Por donde he ido descargando con alegría el buche de caramelos que me llenaban entre todos. Y entre ellos, puntual y atento, el Padre de mi Madre. Mi abuelo.
Por todo ello, y por tantas otras cosas, me sigo vistiendo de blanco anónimo un Lunes de primavera.
Por todo ello, y si finalmente el Cielo no llora hoy, cuenta si lo deseas con un pequeño gran caramelo que endulce algún momento de tu vida. Y si no me ves, y si no te veo, paladea este trozo de mí. Este caramelo digital es para tí.
Si el cielo no llora, yo lo haré. No te quepa la menor duda.
En la fila de derecha me acordaré de tí, pues es un tiempo precioso de reflexión sobre los (benditos) adoquines, en el que soy más que nunca dueño de mis pensamientos, pues oculto mi rostro hasta de mí mismo, para ser más sincero. Me acordaré también de tí. Sí. Casi sin quererlo.
En la fila de la derecha, por donde durante 26 años, siempre que el Cielo no llorara en Lunes Santo, he surcado las calles de Sevilla desde el Barrio León y vuelta a él. Por donde he ido descargando con alegría el buche de caramelos que me llenaban entre todos. Y entre ellos, puntual y atento, el Padre de mi Madre. Mi abuelo.
Por todo ello, y por tantas otras cosas, me sigo vistiendo de blanco anónimo un Lunes de primavera.
Por todo ello, y si finalmente el Cielo no llora hoy, cuenta si lo deseas con un pequeño gran caramelo que endulce algún momento de tu vida. Y si no me ves, y si no te veo, paladea este trozo de mí. Este caramelo digital es para tí.
Si el cielo no llora, yo lo haré. No te quepa la menor duda.