Sí, claro, yo te cuento, pequeño ser que compartes parte de mis genes. Siéntate aquí.
Todo empezó, hace algún tiempo ya, en la era que se conoció como YouTube Age o Google Age -según qué autores-. Mucho había tardado la Humanidad en percatarse de semejante afrenta, de una discriminación sin igual, de tal disparate. Y es que claramente, esa prenda maldita que durante épocas llevó la mujer, esa denigrante vestimenta del demonio, la falda, era una lacra venenosa para la sociedad. Un lastre para el progreso. Un desastre para los modernos sastres, incluída Inés.
Primero, se decidió que todos debíamos usar la falda pantalón, siguiendo las directrices esbozadas sin bozal en el famoso estudio "Ni pa tí ni pa mí", del pensador Jessuis Híbrid y publicado por ediciones El Ligre, el Dralión, la Mula Torda y Sursum Corda. Pero poco duraron esos vientos.
Tú ni te acordarás, pero fue por entonces, en el año en el que a la burra le picaba ... la barriga, cuando desapareció la falda. Y eso sólo fue el comienzo. Grandes avances progresistas y modernistas (pre- y pos-) condujeron -afortunadamente- a eliminar igualmente de la sociedad las bragas, simplemente por sentido común. Si la falda era indiscutiblemente sexista, las bragas también lo eran. Ahora lo vemos normal, pero entonces fue una revolución. Imagina, por un momento, que hombres y mujeres (perdón por la expresión), niños y niñas (de nuevo perdón) tuvieran diferencias. Se eliminaron de todas las referencias literarias esas palabras y las de chico y chica, papá y mamá, hijo e hija, etc. Fue entonces, pequeño ser que compartes parte de mis genes, cuando la palabra Persone** alcanzó la dignidad que hoy ostenta. Todos somos persones desde entonces. Y todo gracias a los Iluminati con Bacalati de la época. ¡Qué grandes! Ellos abrieron las grandes discusiones de la humanidad, como la inconveniencia de la falda, o la conveniencia de que toda persone llevara barba, para no ser ese accidente físico motivo de diferenciación. Este movimiento fue muy aplaudido por las mujeres (qué palabra más soez) que trabajaban en los circos.
Y es que claro, en aquellos días no tardaron mucho en observar que ¡¡la misma palabra mujer es sexista!! Es más, las tetas son sexistas, y el pelo largo también. En aquella época, gracias a los Ángeles del Cielo, empezaban los lugareños a darse cuenta de que el Sexo es sexista, lo cual no es cualquier cosa.
** en el II Concilio de Neutros, la rama de los Iluminatis (en este caso con Tomati) determinaron modificar la terminación de la palabra Persona, sustituyendo la -a- por una -e-, neutra.
Todo empezó, hace algún tiempo ya, en la era que se conoció como YouTube Age o Google Age -según qué autores-. Mucho había tardado la Humanidad en percatarse de semejante afrenta, de una discriminación sin igual, de tal disparate. Y es que claramente, esa prenda maldita que durante épocas llevó la mujer, esa denigrante vestimenta del demonio, la falda, era una lacra venenosa para la sociedad. Un lastre para el progreso. Un desastre para los modernos sastres, incluída Inés.
Primero, se decidió que todos debíamos usar la falda pantalón, siguiendo las directrices esbozadas sin bozal en el famoso estudio "Ni pa tí ni pa mí", del pensador Jessuis Híbrid y publicado por ediciones El Ligre, el Dralión, la Mula Torda y Sursum Corda. Pero poco duraron esos vientos.
Tú ni te acordarás, pero fue por entonces, en el año en el que a la burra le picaba ... la barriga, cuando desapareció la falda. Y eso sólo fue el comienzo. Grandes avances progresistas y modernistas (pre- y pos-) condujeron -afortunadamente- a eliminar igualmente de la sociedad las bragas, simplemente por sentido común. Si la falda era indiscutiblemente sexista, las bragas también lo eran. Ahora lo vemos normal, pero entonces fue una revolución. Imagina, por un momento, que hombres y mujeres (perdón por la expresión), niños y niñas (de nuevo perdón) tuvieran diferencias. Se eliminaron de todas las referencias literarias esas palabras y las de chico y chica, papá y mamá, hijo e hija, etc. Fue entonces, pequeño ser que compartes parte de mis genes, cuando la palabra Persone** alcanzó la dignidad que hoy ostenta. Todos somos persones desde entonces. Y todo gracias a los Iluminati con Bacalati de la época. ¡Qué grandes! Ellos abrieron las grandes discusiones de la humanidad, como la inconveniencia de la falda, o la conveniencia de que toda persone llevara barba, para no ser ese accidente físico motivo de diferenciación. Este movimiento fue muy aplaudido por las mujeres (qué palabra más soez) que trabajaban en los circos.
Y es que claro, en aquellos días no tardaron mucho en observar que ¡¡la misma palabra mujer es sexista!! Es más, las tetas son sexistas, y el pelo largo también. En aquella época, gracias a los Ángeles del Cielo, empezaban los lugareños a darse cuenta de que el Sexo es sexista, lo cual no es cualquier cosa.
** en el II Concilio de Neutros, la rama de los Iluminatis (en este caso con Tomati) determinaron modificar la terminación de la palabra Persona, sustituyendo la -a- por una -e-, neutra.