19 de abril de 2014

EL JEFE INFILTRADO

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Esta publicación no trata sobre una lesión de rodilla de Bruce Springsteen [el verdadero Boss, y no ese tal Jiugo (Hugo)], ni de una de las palabrotas que a todos nos encanta pronunciar: EMPATÍA. No. Esta publicación trata más bien de otra cosa, pero yo todavía no lo sé. En ello estoy.

Hablar de la empatía con simpatía dicen que es ponerse en el lugar del otro. Mucho más que cederle a alguien tu sitio en el autobús, o colarse en la fila para pagar del mercadona, la empatía es ponerse figuradamente en el lugar del otro: capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos (rae). Dicen que es una de las claves para la salud mental y para preservar nuestra supuesta humanidad. Dicen.

The Boss Undercover

Desde luego que es un ejercicio intelectual de alto nivel imaginar que somos nuestro interlocutor y llegar a entender que desde su perspectiva de las cosas, sus sentimientos tienen sentido y por lo tanto sus actos son comprensibles. Pero al fin y al cabo, no es más que eso: un complejo ejercicio en el eje imaginario. Más real y recto es vivir y experimentar en primera persona (del singular) lo que vive y experimenta el otro en sus propias carnes. Y es eso exactamente lo que ha hecho El Jefe: infiltrarse entre los suyos para sentir y observar desde cerca cómo son las cosas al nivel del mar, al nivel terrenal. De esa forma es El Jefe Infiltrado.

Al igual que en el programa televisivo, por cierto recientemente adaptado en España, El Jefe, se transforma para pasar desapercibido, y se hace pasar por uno de sus subordinados, para con cierto disimulo observar desde dentro, como uno más, qué falla y qué funciona. Así, podrá sentir en su propia piel las dificultades, tentaciones, obstáculos y problemas con los que se encuentran en su mísera vida mortal aquellos a los que debe dirigir y juzgar. Así, como uno más, El Jefe llega a comprender el porqué de muchas cosas que desde las alturas, quizás, no se alcanza a explicar, y comience a sentir compasión por aquellos que parecían ser unos pecadores de la pradera y unos malvados desalmados. Así, puede incluso acabar por ofrecer inesperados regalos y recompensas a humildes hombres y mujeres que sólo tratan de cumplir dignamente con su día a día. Y como no es lo mismo verlo o que te lo cuenten, a sentirlo y vivirlo tú mismo, pues allá que va El Jefe y se infliltra sufriendo y padeciendo lo mismo que los suyos. ¡O más!

No es mala idea esta, la verdad, para que El Jefe consiga ser más (?) justo, ecuánime y misericordioso, pues no se pone mentalmente en el lugar del otro, sino que lo vive.

Perdona si esta publicación no te aporta mucho, pero hoy, no alcanzo mucho más que a pensar que esta historia del Jefe Infiltrado me resulta tremendamente familiar, y me parece tener más de dos mil años. Ô_o

¿Sabes tú ya de qué va esta reflexión?



14 de abril de 2014

Twitter Christ Superstar

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De chico algunos me llamaban Piolín. No todos. Otros se contentaban con Cabeza, y los más avezados en motes se lucían con dulces calificativos como El Chupachups, El Piruleta, o el punzante El Chincheta. Sé lo que estarás pensando, pero he de decirte que en mi opinión no era tan grande mi testa. Lo que pasa es que yo siempre estaba demasiado cerca. Bueno, por no hablar de mi historia (co-historia) del 57y1/2 (se lee cincuentaicieteymediomiarmaquécabezatiene), pero eso ahora no viene al caso.


Twitter Christ Superstar. Piolín is Tweety.La cuestión es que Piolín se llama en realidad Tweety, nombre que proviene de la onomatopeya en inglés para el canto de los pajaritos. Dicen los angloparlantes echados para adelante que los pajaritos por aquí y los pajaritos por allá cantan diciendo tweet-tweet-tweet (algo parecido a chuí-chuí-chuí, pero con más clase). Y es esta onomatopeya la que da nombre a la exitosa red de redes, como Rey de Reyes, TWITTER, basada en microblogging, que seguro que tú conoces mejor que yo.

Aunque estudié su existencia al poco de su nacimiento al lado de Paco (elclownclavero) allá por el... ¿2006?, yno estoy en Twitter. No es nada personal (no como contra el WhatsApp), pero por lo que sea, no tengo cuenta en Twitter y por tanto no digo ni pío, aunque reconozco su poderío, su potencia y la increíble influencia de su inmediatez. La verdad que no sé si habrá sido por el miedo a quedarme sin seguidores, o por no verme a mí mismo pinchando aquí o allá para convertirme en seguidor de nadie en estos tiempos, o por haberme disgustado toda la vida sobremanera el manidísimo follow the leader (agggghhh). Y digamos que tampoco ayuda mucho ver cómo una simple autofoto (ahora hay que decir selfie, perdón) sin ninguna trascendencia se convierte en "el mensaje" más retuiteado de la (corta) historia de Twitter,  por muchos óscares que salgan o dejen de salir. 

Otro gallo hubiera cantado, quizás tres veces, si Twitter hubiera nacido antes, pongamos... 2 mil años antes, o algo más. Y claro, si yo hubiera estado allí, para poder pinchar en Follow/Seguir.

¿Me sigues? ¿Sabes ya por dónde voy? Lenny lo preguntaba a su manera, y yo me pregunto a la mía: ¿Imaginas qué hubiera sido del mensaje del Maestro Jesús, de haber contado con la difusión instantánea que permite Twitter? ¿Imaginas cuántos versículos nos llegarían a modo de tweets, y cuantísimos retweets conseguirían? ¿Imaginas cuántas parábolas serían tendencia o trending topic cualquiera de estas noches en prime time? ¿Imaginas cuántos seguidores conseguiría el perfil del Maestro hoy día en Twitter? Yo, llevo un tiempo imaginándolo,  por ser tantas y tantas la citas de Jesús (tweets de hoy día) que influyen incluso en la moral de aquellos que se consideran ateos o arreligiosos, pero que asumen y suman ideas que quizás ignoran forman parte del mensaje del Maestro.

En ese mundo no tan imaginario, sin duda, yo ya estaría en Twitter. Y sería uno de sus followers. Y retuitearía cientos de sus tweets y pío-pío. 

Léelos (sus tweets, I mean), y al César lo que es del César.

I follow Him