Recientemente he leído algunas noticias que alababan una serie de actividades enfocadas al sector más importante y sensible de la sociedad: los niños. Y cuando digo niños, debe entenderse como toda la vida, niños y niñas. Se trata como digo de una serie de actividades sobre la multiculturalidad actual, y cuyo objeto principal es evitar la discriminación por razón del color de piel o de cualquier cosa (entiendo yo).
El objetivo, cuando se persigue de esta manera que comento, a pesar de ser perfectamente valorable, tiene a mi modo de ver un par de pegas. Y es que la elección de las palabras puede determinar determinadas tendencias, y hacer tender hacia posturas determinantes. La primera peguita sería la de hacer una y otra vez hicapié en la multiculturalidad. Ya sabemos que en un país multicolor vivía una abeja bajo el blog, pero resulta que 'lo multi' expresa eso: muchos -en ocasiones únicamente significa 'más de un tipo'- y considero que la mera descripción de una sociedad en la que están presentes varias, pocas o muchas culturas y nacionalidades, se queda peligrosamente corta, pues esa descripción se ajusta igualmente a sociedades con guetos en su seno. No basta con decir que tenemos vecinos multicolores, sino que habría que incidir en que es necesaria una sana relación con ellos y una convivencia más que pacífica, colaborativa. Por esto prefiero el término Interculturalidad.
El segundo inconveniente, y más grave si me apuras (¿me apuras?), es el hacer uso en actividades con niños de pancartas y lemas del tipo NO A LA DISCRIMINACIÓN RACIAL - NO A LA DISCRIMINACIÓN TAL - NO A LA DISCRIMINACIÓN PASCUAL. Craso error, querido Watson. Los pequeñajos deben crecer viendo y viviendo de forma que perciban que no existe esa DISCRIMINACIÓN. Claro que diréis que existir existe. Bien, pues digamos que deben crecer creyendo que no existe tal marginación, como si no existiera, sin darle importancia -en el buen sentido- a la nacionalidad del vecino o al color de piel de la vecina. Considero más acertado trabajar actividades sin LEMAS ni pancartas propagandísticas, que no hacen más que subrayar, re- y sobre-saltar el hecho contra el cual se lucha.
Te pido que no les pidas a los pequeñajos Silencio a gritos. Hable con ellos. Habla mucho con ellos. Pero no les hables del silencio.
El objetivo, cuando se persigue de esta manera que comento, a pesar de ser perfectamente valorable, tiene a mi modo de ver un par de pegas. Y es que la elección de las palabras puede determinar determinadas tendencias, y hacer tender hacia posturas determinantes. La primera peguita sería la de hacer una y otra vez hicapié en la multiculturalidad. Ya sabemos que en un país multicolor vivía una abeja bajo el blog, pero resulta que 'lo multi' expresa eso: muchos -en ocasiones únicamente significa 'más de un tipo'- y considero que la mera descripción de una sociedad en la que están presentes varias, pocas o muchas culturas y nacionalidades, se queda peligrosamente corta, pues esa descripción se ajusta igualmente a sociedades con guetos en su seno. No basta con decir que tenemos vecinos multicolores, sino que habría que incidir en que es necesaria una sana relación con ellos y una convivencia más que pacífica, colaborativa. Por esto prefiero el término Interculturalidad.
El segundo inconveniente, y más grave si me apuras (¿me apuras?), es el hacer uso en actividades con niños de pancartas y lemas del tipo NO A LA DISCRIMINACIÓN RACIAL - NO A LA DISCRIMINACIÓN TAL - NO A LA DISCRIMINACIÓN PASCUAL. Craso error, querido Watson. Los pequeñajos deben crecer viendo y viviendo de forma que perciban que no existe esa DISCRIMINACIÓN. Claro que diréis que existir existe. Bien, pues digamos que deben crecer creyendo que no existe tal marginación, como si no existiera, sin darle importancia -en el buen sentido- a la nacionalidad del vecino o al color de piel de la vecina. Considero más acertado trabajar actividades sin LEMAS ni pancartas propagandísticas, que no hacen más que subrayar, re- y sobre-saltar el hecho contra el cual se lucha.
Te pido que no les pidas a los pequeñajos Silencio a gritos. Hable con ellos. Habla mucho con ellos. Pero no les hables del silencio.