"David, Carlos, olvidaos de intentar todo el tiempo de hacer movimientos espectaculares, pases sin mirar, canastas inverosímiles. No os centréis en eso. Tened en cuenta que las grandes estrellas, las verdaderas y escasas estrellas, no se diferencian en esencia del resto por esas canastas increíbles, esas asistencias mágicas, esos mates estratosféricos. Las auténticas estrellas, los jugadores del Olimpo, realmente lo son porque nunca fallan lo fácil. Esos son los jugadores realmente buenos: los que dan la talla en los tiros libres, las entradas solo a canasta y los tiros a media distancia."
Nuestro tío Roge, director deportivo, presidente y entrenador del equipo entonces glorioso, el C.B. Triana, nos hacía reflexionar acerca de la naturaleza de las estrellas de baloncesto. Y estoy de acuerdo con su opinión. O puede que su opinión, como tantas veces, creara opinión.
Puedes ser espectacular en tu trabajo, puedes ser puntualmente asombroso, puedes ser único en ciertas cosas. Pero si quieres ser una verdadera estrella, trabaja para no decepcionar en aquello que podemos etiquetar como fácil. Porque ahí, en la efectividad demostrada en lo sencillo, se marca la diferencia.
¿Quién recuerda a Jordan fallando un tiro libre, clave o no clave? ¿Acaso Julius Erving fallaría una entrada a tablero? ¿Larry Bird daría una pedrada en un tiro a media distancia? ¿Mandaría Magic Johnson un pase al contrario en situación favorable? La respuesta es SÍ. Sí, pero sería una rarísima excepción. Podrías apostar tu sueldo con garantías en cualquiera de las anteriores situaciones. Podríamos llamarlos jugadores confiables.
Además, qué duda cabe, las estrellas, a veces brillan con acciones irrepetibles, irreproducibles. Realmente increíbles y bellas. Pero eso, a veces, pasa de casualidad. Son muchos los jugadores NBA que pondrían a la gente en pie con un mate de locura. Pero la gran mayoría de ellos, fallarían y fallan en lo sencillo, en lo cotidiano, por decirlo de alguna manera.
Menos alarde en lo espectacular, y más efectividad en lo ordinario. No te esmeres tanto en el rosco de Reyes, y aplícate más en el pan nuestro de cada día. Con nocilla.
Ahora, aplícalo al orden de la vida que prefieras. O discrepa con argumentos. O sin ellos.