6 de noviembre de 2008

Los muñecos rusos

...Esos discretos Yoes... Ese Quantum del Yo...

Dentro de mí hay otro yo, que soy yo mismo, o -mejor dicho- fui yo mismo. Y dentro de ése, otro. Todos cambiamos, y eso es -en principio- bueno. No me digas que por favor no cambie nunca, ni me digas que fulanito ya no es el mismo con tristeza y algo de decepción. No cambiar sería un error. Crecemos, vivimos y ¡por supuesto que debemos cambiar! Para que esos yoes que somos, que fuimos, puedan ser protegidos y conservados como tesoros por nuevos yoes sucesivos. Cuando alguien te dice "No cambies nunca" en realidad está diciendo "Me encanta como eres". Pero de ahí a negar el cambio... ¡Qué orgulloso estaría mi amigo Parménides!

Voy a dar por supuestas varias ideas propias, reflejadas en el (maldito) cristal, para llegar a alguna conclusión. La primera, como ya he introducido, es que es bueno cambiar, manteniendo siempre principios robustos y pilares fundamentales para construir los sucesivos yoes. Y si es bueno, entonces es deseable. La segunda de las suposiciones o premisas será que, lejos de ser los estados del Yo un continuo (ya pocas cosas se modelan como un continuo hoy día en ciencia), podríamos catalogarlos por etapas, de forma discreta. Me explico. A lo largo del tiempo, las personas cambiamos, casi sin darnos cuenta. Podría decirse que sufrimos un cambio cuasiestático*. Muy poco a poco, imperceptible. Pero si pensamos en etapas de nuestra vida, podríamos sin mucho esfuerzo identificar fases en las que pensábamos de una manera sobre tal o cual cosa, o en la que reaccionábamos de aquella manera. Ése era nuestro Yo de aquella época. Y a ése, lo envolvió, integrándolo perfectamente y es más, protegiéndolo otro Yo, que duró -quizás- lo que duró. A lo largo de nuestra vida, probablemente existan 4 ó 5 yoes. No más. Quizá esta teoría necesitara de más de un poste para ser explicada, quizá un capítulo de un libro. Pero tengo lo que tengo, y lo que tengo es un blog. Espero empero haber sabido esbozar la idea.

Bien. Llamemos a los Yoes 'muñecos'. Como si fuesen muñecos/as de la Rusia. Supongamos que el primer muñeco, está entero y es bueno. Entonces, me atrevo a decir que:

1. Los muñecos del interior no desaparecen. Viven dentro del muñeco que eres actualmente.
2. Si algún Muñeco interior choca con su inmediato posterior, tenemos un conflicto psicológico.
3. Acordarte de esos muñecos interiores, en presente, de sus ideas, de sus experiencias, de lo que disfrutaban de la compañía de X e Y por el entonces en que eran muñecos externos, atendiendo al punto 1, proporciona paz, y aunque no evite por completo la nostalgia, minimiza su componente de infelicidad.
4. Extensión del punto 2. Si sufrimos un cambio brusco y el muñeco actual en lugar de proteger y conservar al interior, lo oculta, no hemos cambiado para bien.
5. Debemos respetar al máximo a los muñecos interiores.
6. Si como resultado del punto 4, tenemos un muñeco interior no del todo bueno, nuestro siguiente muñeco debe ser especialmente firme y robusto y a la vez flexible, porque si contiene alguna grieta, nos puede sorprender el muñeco interior ("el malo") saliendo a la luz en determinadas ocasiones.
7. Como extensión del punto 4, si en lugar de ocultar al muñeco interior, lo hacemos desaparecer, nuestro muñeco queda hueco.
8. Si nuestro muñeco actual se olvida de los primeros muñecos del interior, corremos el riesgo de convertirnos en unos abusones, unos histéricos, unos serios, unos tristes, o incluso en el peor de los casos, unos pederastas.

Permíteme decirte algo. Cambia. Sin miedo. ¡No es malo! Aunque eso nos digan algunas ideas tomadas como certezas en lugar de cervezas. Cambia, ... pero no te olvides por favor de los Yo que hay en tí. De los tú que hay en tí.

Piensa en ellos, recuérdalos, respétalos.

Por eso, alguna vez me leerás subfirmar como carlitosreina, el Yo que hay en mí.

* La excepción a esta idea, opino, serían los cambios traumáticos, debidos a experiencias localizadas puntuales y de consecuencias inmediatas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca hay que tener nostalgia del pasado. Lo bueno que tiene siempre el paso del tiempo es que siempre se gana experiencia.

Y como dijo Nietzsche en Crepúsculo de los Ídolos : "Lo qué no me mata me hace más fuerte.", la experiencia siempre beneficiosa, y nuestros YOS se llenan de esto.

Luis Miguel dijo...

buahah espectacular...a mi matriuska todavía le quedan un par de muñecos. Mi yo se enriquecerá de tu tú...y de todos los tus que encuentre por ahí para construir un nuevo yo.

Anónimo dijo...

Me ha encantado...Y tu forma de explicarlo.

Lo malo es que la vida va endureciendo a la persona. No sé si eso es cambiar a mejor.

Un beso.

Unknown dijo...

Quizás haya quedado dibujado en la superficie de algún Yo tuyo ya oculto, o no, pero aquí estoy de vuelta, con otra identidad.
Me acordé de ti y creí necesario avisarte por si quieres volver a leerme.

Por cierto, muy grande este post. Si eliminamos el primer Yo, nos quedaremos sin el niño que debe haber dentro de todos nosotros. ¡Vacíos! Jamás renegaré de él (Yo).

Luis Amézaga dijo...

Somos tantos... y todos cainitas.

Anónimo dijo...

Podemos y debemos de cambiar en muchas cosas, pero siempre queda el núcleo del yo con que nacimos.

Un abrazo primo