Hoy por Sevilla se hablará de muchos temas. Algunos de actualidad, otros de rabiosa ídem, y otros incalificables.
Se hablará por ejemplo de la última macrobotellona celebrada por los universitarios, los intentos (sinceros) de universitarios, y los que fingen serlo.
Yo, que he sido siempre un defensor a ultranza de la botellona (botellona, señores, nada de botellón), tengo que comentar las palabras del delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla, Demetrio Pérez "La botellona es parte de la cultura de los jóvenes". Declarádome defensor de la botellona por razones ajenas a los lamentables residuos que produce:(1) espacio abierto libre de humos. (2) fácil acceso a diferentes amigos y amigas que están o pasan cerca. (3) no hay música embotellada por imposición. (4) hablas sin gritar (se recomienda). (5) no bebes (quien beba) porquerías adulteradas con algo de bebida de marca. (5) etc. Pero realmente esos residuos y las molestias que produce, son indignas de una sociedad civilizada. Poseemos muy poca conciencia y menos educación. Pero insisto: el estar en la calle, al aire libre, me parece mucho más sano que ir de bares. Pero de esto ya hablaremos en otra ocasión, si ésta se presenta.
Y mientras estos universitarios, los intentos y los fingidores se gastan el dinero de sus progenitores en cientos de viajes en autobús a la facultad (o césped de la misma) diariamente, nuestra ilustrísima empresa de transporte público -tussam- decidirá hoy si vuelve a subir los precios de los billetes y bonos. Porque la reciente subida a 5 euros no fue suficiente para paliar las deudas de este ente PÚBLICO. Solución: subir los precios. Porque como la empresa es ruinosa, pues necesitamos dinerito calentito para pintar los autobuses absurdamente, cambiar el mobiliario de las paradas cada 2 ó 3 años, poner sistemas de televisión en los autobuses, etc, etc. Subir los precios. Eso es lo bueno de la vida. Que te suben los precios casi sin tú pedirlo. Muchas gracias, señores.
Algunos de los chicos aludidos más arriba, habrán jugado al estúpido, insolente, irrespetuoso y ofensivo video-juego llamado matanza cofrade, cuyo juicio se celebra hoy. Dicho video-juego, desarrollado al parecer por un tal J.C.C.S., es juzgado por supuestos delitos contra la propiedad industrial y contra la libertad de conciencia y los sentimientos religiosos. ¡Exagerados, oiga! ¡Pero si el juego era inocuo, sólo consistía en matar nazarenos y disparar contra imágenes de las cofradías!