Los Amigos de Gines

Y por fin, al fin, llegó el momento. Tras más de 31 años (8 de ellos bisiestos) bajo el techo de quien me dio la vida, esta tarde-noche empezaré a crear junto con mi Otra Parte, y con mucha ilusión, lo que será mi propio hogar y futura cuna de las vidas que (espero) estén por llegar. En efecto, ¡estreno casa! Aprovechando que mañana es fiesta y no se casa Respingo, pues doy el salto de calidad que necesita mi no-madurez como persona. Mi Peter Pan (integral, como manda Montignac) no me lo agradecerá, pero Selaví, primiwí (¿¿maní?? maní wi ¡¡maní wiiii!!).

Debo reconocer, por no decir admitir, que la ilusión por la nueva etapa y los nuevos retos son absolutamente compatibles con la tristeza de abandonar el nido familiar, las rutinas consolidadas, las molestias sobrellevadas y el confort adquirido. Y es que lo natural habría sido salir en otra época, anterior, quizás cuando uno se encuentra luchando contra todo y todos. Porque si uno espera al momento de sentirse tan agusto como encajado con las piezas familiares, corre el riesgo de tener que recurrir al pañuelo blanco para el moquillo de la emoción de la despedida.

Este doble sentimiento me lleva a recomendar a las 3 personas que lean esto, a que si no es demasiado tarde, busquen la emancipación antes de que la casa de sus progenitores sea todo comodidades y libertad. Se ahorrarán una cara de dicho doble sentimiento. Él/ella, y sus padres.

Cierto es que cada caso es un mundo, y cada persona es un mundo, luego cada persona es un caso (no hagas la tabla de verdad, que te sorprenderás), y que las cosas son como son (eso es como tó), y además lo son por alguna razón. Así que no me lamento de mi trayectoria, ni de mi larga etapa cobijado en el corazón del Barrio León. Pero sí hago esta recomendación: emancipación antes del confort.

Es hora también de agradecer públicamente (espero que los 3 lectores del blog se den por enterados :D) a todos los que han colaborado en la construcción del número 24 de las casas salmón. Desde los foquitos, al grifo, pasando por las macetas y regalitos que han ido rellenando los huecos del edificio. Mil gracias (aunque faltan los enchufes de la isleta eh, dre jajaja).

Considera este tu blog. Siéntete como en casa. Siéntate como en casa. A lo que añado ¡¡allí tienes tu casa!! Allí te esperan los amigos de Gines*, que entonan cada uno por su lado la sevillana del Adios a su Triana querida., para decirle un gran Hola a su bienvenido Gines.

*Gines en realidad es Ginés, pero como si no lo fuera.