Desde hace unos días, venimos asistiendo forzosa y forzadamente a la operación siéntete culpable, o la operación mierda pa ti, como a mí me gusta llamarla. Estamos siendo testigos de excepción de cómo se está criminalizando a ese útil objeto continente que útilmente utilizamos para el contenido de la compra.
Sí. Estamos presenciando la ejecución de la sentencia que dicta que las bolsas de plásticos son las malas malísimas de la película. Lamentablemente, no hemos sido invitados al juicio. Yo al menos. Bolsa caca, dicen, en un alarde de buen gusto, emulando a aquellos y aquellas y estos y estas y esos y esas que orientan a sus churumbeles repitiéndoles rei-te-ra-da-men-te la asociación de ideas betis-caca, sevilla-caca, según qué barrio les pague la minuta a final de mes. Pues nada. Caca por un tubo. Ahora resulta que Bolsa caca.
Pero.
No seré yo quien diga que las bolsas de plástico son benditas bendiciones alicaídas del cielo y tierra, cuyas bondades conocen los pueblos de todas las edades. No. Ciertamente no seré yo, porque no lo creo. Al contrario, estoy aburrido de recoger en la arena de la playa, ¡incluso de dentro del mar! cienes y cienes de cientos de bolsas de plástico que algún incauto -pobrecito- deja olvidadas -por error, claro-. Me apena pensar en esas personas, cuando vayan a echar mano de esa bolsa del mercadona usada, de esa lata de cerveza vacía, de esos envoltorios y paquetes de tabaco... y vean que los han dejado olvidados en la playa. Pobres. Qué injusta es la vida. Cuando quieran volver a recoger las 8 colillas que dejaron olvidadas en la arena, no las distinguirán de las otras 200 que encontrarán a su alrededor. Menudo dramón.
Pero.
Es absolutamente simplista e injusto criminalizar al objeto, a la bolsa, de la manera que se está haciendo. Los mierdas que hay en el mundo, que no ven más allá de la mierda que tienen en el ombligo, que son muchos, son los caca. Es el uso insolidario, la falta de visión global, el brillo por su ausencia que tiene el respeto de algunos, y no la bolsa en sí, lo que es negativo y nocivo para la naturaleza. No me cuentes milongas. No las acepto. Las bolsas no piensan, no deciden, no tienen mala intención, no son asesinas de caca-túas ni de barracudas. El ser humano, artista él, sí.
Por eso te pido que seas cuidadoso al recoger las porcandas en el campo o en la playa. Y si no lo has dejado tú ahí... bueno,... recógelo también, por favor. Y si quieres, cuando escuches la famosa campaña de desprestigio en contra de las bolsas (¡qué cosas!), repite conmigo:
¿Bolsa caca? ¡Caca tú!
--postscriptum: dicen que las bolsas tardan 400 años en hacerse caca. Tararí que te vi. ¿Alguien sabe cuánto dura una colilla en la arena? Yo me hago una idea, sí... Colilla CACA
Sí. Estamos presenciando la ejecución de la sentencia que dicta que las bolsas de plásticos son las malas malísimas de la película. Lamentablemente, no hemos sido invitados al juicio. Yo al menos. Bolsa caca, dicen, en un alarde de buen gusto, emulando a aquellos y aquellas y estos y estas y esos y esas que orientan a sus churumbeles repitiéndoles rei-te-ra-da-men-te la asociación de ideas betis-caca, sevilla-caca, según qué barrio les pague la minuta a final de mes. Pues nada. Caca por un tubo. Ahora resulta que Bolsa caca.
Pero.
No seré yo quien diga que las bolsas de plástico son benditas bendiciones alicaídas del cielo y tierra, cuyas bondades conocen los pueblos de todas las edades. No. Ciertamente no seré yo, porque no lo creo. Al contrario, estoy aburrido de recoger en la arena de la playa, ¡incluso de dentro del mar! cienes y cienes de cientos de bolsas de plástico que algún incauto -pobrecito- deja olvidadas -por error, claro-. Me apena pensar en esas personas, cuando vayan a echar mano de esa bolsa del mercadona usada, de esa lata de cerveza vacía, de esos envoltorios y paquetes de tabaco... y vean que los han dejado olvidados en la playa. Pobres. Qué injusta es la vida. Cuando quieran volver a recoger las 8 colillas que dejaron olvidadas en la arena, no las distinguirán de las otras 200 que encontrarán a su alrededor. Menudo dramón.
Pero.
Es absolutamente simplista e injusto criminalizar al objeto, a la bolsa, de la manera que se está haciendo. Los mierdas que hay en el mundo, que no ven más allá de la mierda que tienen en el ombligo, que son muchos, son los caca. Es el uso insolidario, la falta de visión global, el brillo por su ausencia que tiene el respeto de algunos, y no la bolsa en sí, lo que es negativo y nocivo para la naturaleza. No me cuentes milongas. No las acepto. Las bolsas no piensan, no deciden, no tienen mala intención, no son asesinas de caca-túas ni de barracudas. El ser humano, artista él, sí.
Por eso te pido que seas cuidadoso al recoger las porcandas en el campo o en la playa. Y si no lo has dejado tú ahí... bueno,... recógelo también, por favor. Y si quieres, cuando escuches la famosa campaña de desprestigio en contra de las bolsas (¡qué cosas!), repite conmigo:
¿Bolsa caca? ¡Caca tú!
--postscriptum: dicen que las bolsas tardan 400 años en hacerse caca. Tararí que te vi. ¿Alguien sabe cuánto dura una colilla en la arena? Yo me hago una idea, sí... Colilla CACA
1 comentario:
Yo no quiero decir nada, carlitos, pero esto me recuerda esto otro:
metiendo las manos (¿en la caca?)
Te repites más el salmorejo bien despachado.
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