No es por ahondar más en el asunto del
extraño formato de telediarios que nos regalan hoy día diariamente (ver
telediario, rest in peace), ni por
poner en duda más de lo dicho lo dicho por los medios (de mitad)
medios mediáticos (ver
titulares y suplentes de prensa), pero es que si soy franco por sincero, que no por cenicero de cenizas humanas y y dictadas, si soy como digo completamente sincero, debo reconocerte que, desde éste mi cristal del mundo, me parece a mí que este año ha llovido chispa más o menos como otros anteriores. Que yo recuerde, llover, ha llovido. Y bastante.
No bastantes días, pero
sí bastante cantidad
cada vez que llovía. Me ha costado llegar a reconocer este hecho, que admito por otro lado, puede ser una percepción de la realidad completamente equivocada, claro.
Bueno, lo que quiero decir (y no me dejo a mí mismo, con lo tarde que es), es que no me parece tan grave el tema de la sequía en comparación con el
INNEGABLE cambio climático que estamos viviendo desde hace unos 2 años del calendario Gregoriano. El cambio climático es una realidad no virtual, imparable e irreversible con las
medidas pasivas que se toman en la actualidad. Para hacerlo retroceder (si es que es posible) necesitaríamos cambiar los hábitos energéticos y consumistas por completo, además de tomar iniciativas recuperadoras (no sólo estabilizadoras). Estos días (por estos meses, tantos como 24) vivimos un tiempo distinto. Eso es innegable.
Lo de la sequía... bueno, quizá esté yo equivocado, pero insisto en que mi visión es otra a la que nos ofrecen desde los medios. No se sorprendan, si todos
los pasos están en el camino de la subida de precios del agua patos. De manera que no sea agua pa tós.
Yo no sé ná.