12 de junio de 2005

Metiendo las manos (sé que debo dejarlo)

No sé por qué lo hago, pero empiezo casi sin dudarlo. Es algo que suelo hacer... y quizás no debiera. Y una vez que empiezo, algo me lleva a seguir y seguir, como si nada más existiera. Por un momento, pierdo el asco, la grima, el miedo a lo desagradable, y ahondo buscando no sé qué cosas. Quizá no esté buscando nada. Y por eso quizá nada encuentre. Sé que no debería meter las manos aquí. No es muy higiénico quizás. Será, que espero no encontrar nada.
Levanto la palma por primera vez, y no me sorprendo. Aparece un resto de paquete de patatas. ¡Sí que duran estos paquetes! Éste no lo recordaba... Lo siguiente en aparecer es una colilla de cigarro. Como poseído, sigo metiendo la mano inconscientemente. No sé si alguien estará mirando y dándose cuenta de todo. Espero que no. O espero que sí. Espero, que ya es algo. Meto la mano de nuevo con los dedos bien apretados, más adentro, separo los dedos y la subo. Miro lo que ha quedado en mi mano: he hallado una anilla de abrefácil, probablemente de una lata de conservas. A continuación aparecen 2 anillas más, pero esta vez no hay duda de que son de latas de refrescos. Un cigarro casi entero y 3 colillas apuradas son el bote que a continuación obtengo de esta obscena acción. Sigo rebuscando.
Las cáscaras de pipas que van apareciendo son numerosísimas. Utilizo ya las dos manos, introduciéndolas a la vez. Al subirlas, me llevo de regalo una lata de refresco entera pero aplastada (por el peso y por el tiempo). 2 servilletas usadas, ajadas, y semirrotas vienen de propina. Otra colilla.
Reconozco que a veces he hecho lo mismo, pero usando los pies en lugar de las manos.
Creo que debería de dejar de hacer esto. Aquí hay mucha gente, y algunos son niños. Sí, debo dejar de meter la mano en la arena y rebuscar. Me levantaré, me acercaré a la orilla, y me refrescaré los pies o incluso me bañaré, ahora que está la marea bajita. Con la marea bajita no hay que rebuscar. Se puede ver todo a simple vista.
Debo dejar de rebuscar en la arena de la playa.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso pasa en todas las playas... Para mi; Rota es la mejó...

Anónimo dijo...

y que me dices de la arena, todo lleno de arena, ¿es que la gente no se sacude los pies antes de entrar en la playa?.

Quillo a que playa vas??Chernobil??.

Fernanblog dijo...

Me adhiero al pensamiento ecologil y manifiesto que el descontrol basurero algún día acabará con nosotros todos.

Pido también, ya de paso, que la ilustre y fervorosa academia de las nuevas palabras denomine los post-es reivindicativos en pro de la naturaleza limpia como chapapost-e.

Un saludo.

P.D.: Visita el diccionario:
http://porrafutbol.iespana.es/clownclave/diccionario.html

Funny Blondie dijo...

Jajaja, qué grima!!!! antes me muero que meter la mano voluntariamente en la arena y ver qué saco.

Además aunque superase mi grima al tacto, no podría superar el miedo a pincharme con una jeringuilla (que, oye no es que Gijón esté lleno de drogatas pero haberlos, haylos).

Un beso, voy a votarte hoy también antes que se me olvide ;-)

Anónimo dijo...

Hoy te mereces un voto de los buenos.
La verdad es que parece que en vez de que estemos cada vez más concienciados por el medio ambiente ocurre lo contrario. Tompoco podemos decir que sea un problema de edad, los ensuciadores los hay de todas las edades. El problema es de educación. Educación que debe empezar por los padres y estar apoyada por las instituciones, pero los padrers son los primeros, que cada día más, se desentienden de la educación de los hijos "¡que para eso está el colegio! ¿no?"
Bueno, un saludo.

CarlosBlanco dijo...

A quien no le gusta meter mano, ¿y si encuentras aquello que quieres encontrar?, algo puro, limpio y suave que te inunde por completo, pero no siempre es sencillo encontrarlo y si te quejas serás el objetivo moralista de aquellos que impiden que lo tengas, pero no es tan difícil, tan solo tenemos que conocerlos, sabiendo que estas personas que hacen impuro nuestro objeto de deseo jamás suelen gastar esfuerzos en lograr sus objetivos y suelen aparcar su vehículo apenas a unos metros de aquello que se disponen a destruir.
Somos muchos (millones) los que queremos disfrutar de los placeres de la naturaleza y aunque los que se disponen a destruirlos sean los menos, siguen siendo muchos. Afortunadamente existen zonas protegidas, que en principio se pensaron para otros objetivos, pero si somos capaces de hacer el esfuerzo de andar unos kilómetros (muy pocos), accederemos a espacios vírgenes a los que no acceden esos corruptores del entorno.
Adyacente a Matalascañas tenemos 30Km de playa virgen hasta el Guadiana, y a continuación de La Antilla, tenemos 20 Km. en la flecha del Rompido, lejos de sus miradas censurantes y destructivas acciones. Atrévete. www.la-antilla.net