24 de mayo de 2005

Unas reflexiones sobre el (maldito) cristal

Como dicen las canciones y los dichos dichosos, todos tenemos un cristal ante sí. Bueno, todos menos yo. Porque yo suelo ser el único en el mundo que se da cuenta de cómo son las cosas en verdad. ¿No te pasa a tí? A mí sí. Debería darme vergüenza, pero más debería darme no escribir esto.
Atendiendo a la ley de Snell, entre otras, y concretamente a la ley de reflexión, al mirar a través de un cristal, si miramos perpendicularmente a él (y donde digo él, digo el mundo y donde digo el mundo digo algo), necesariamente nos veremos reflejados en el cristal (en virtud del virtuoso Snell), por lo que cierta cantidad de autoimagen será percibida por nuestros sentidos. La única manera de evitar esto sería mirar las cosas con un poco de inclinación, inclinándote hacia uno u otro lado... con lo que... eso... te inclinas. De otra forma,
cualquier intento de ver directamente el mundo, una realidad, etc.. nos condena a percibirla mezclada con valores de autoimagen, imposibles de separar.
Y esto, sin mezclar con el cierto principio de incertidumbre, ni con la refracción que sufre la luz al pasar hasta nuestros ojos, ni con las operaciones variopintas que realiza el cerebro con la imagen recibida, ni mencionar que en todo caso, vemos el pasado. No, si a ver si Protágoras iba a llevar razón...
Cada uno es como es, y cuenta la feria como le va. Abrázame sin más. Ay! ese maldito cristal, bendito cristal...

Para saber o recordar más sobre la ley de Snell, pásate por aquí:
A ver qué ves. :)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Por suposte, se pueden y deben añadir postillas de todos colores.

Fernanblog dijo...

En valiente cuestión nos sumergimos!!

y es que ahora para ver el mundo neutro, sin parte de la imagen de uno, hay que inclinarse hacia un lado. Pongamos que hacia el lado que más nos gusta, y así no nos veremos en reflejados en el mundo. (¿Será esa una buena cuestión?)
Pero sin en cambio alguno, percibimos así sin darnos cuenta, el mismo mundo impregnado esta vez de las cosas "del otro lado", del lado sobre el que no nos inclinamos. En este caso del lado que menos nos gusta.
Y además incluso toma castaña, mientras más nos inclinemos hacia lo que más nos gusta, más veremos lo que menos nos gusta, lo que menos queremos ver.
Esto deriva en una convergencia psicopesimista importante, considerable, rotundamente no despreciable. ¡Vaya plan!

Bueno, pues será cuestión entonces de inclinarse hacia el lado que menos nos gusta, y mientras más hagamos esto, más veremos en el mundo lo que nos complace, pero desde un sitio disgustoso... esto es peor aun, porque ahora convergemos directamente a la depresión autoincrementable, según la cual mientras mejor queramos ver el mundo, hacia peor sitio habrá que volcarse. ¡Absolutamente deplorable!

Este fenómeno se denomina "Paraleja de las inclinaciones cruzadas de Snell", (Se recuerda que la paraleja es una paradoja con moraleja)
- ¿que donde está la moraleja?
- Aquí:

Para percibir el mundo tal cual, es necesario mirar sin inclinaciones y conocerse a la perfección, para saber filtrar de lo que se ve, lo que no se tiene que ver.

Adiós, buenas tardes.

carlitosreina dijo...

Bien está lo que bien es. Sí señor. Llegados a este punto, me gustaría proponer un juego al respecto. Se trataría de adoptar un movimiento armónico simple (MAS madera, esto es la guerra de las galaxias), el cual es uno de los dos modelos simples y universales de la Física, tanto que no existen (el otro es la partícula libre de culpa) cuyo punto medio sea el punto de vista NORMAL al mundo. Iríamos pues balanceándonos entre una visión y otra, pasando por el centro, percibiendo distintas maneras de ver el cristal, y lo que está detrás. Sintiendo distintas maneras empáticas de ver las realidades virtuales y no virtuales.

Por otro lado, seamos conscientes de que la paraleja indicada por fernanblog (al que le agradezco infinito su participación en estas cuestiones) lleva implícito y por despejar un importante corolario para los ojos con ansias de autoconocimiento: al inclinarte hacia uno de los lados, percibirás el otro lado reflejado siempre que ese otro lado esté de vuestro lado. Es decir, que esté mirando al cristal desde tu mismo lado. No es necesario que miren a través del mismo cristal, pues Snell lo permite. En cambio, si el resto del mundo mira desde el otro lado, nos llegará su imagen refractada, por dos veces: a través de su cristal, y a través del nuestro. Dime en qué te hace pensar esto... Si quieres.

Anónimo dijo...

Que bonita telenovela cristal

Anónimo dijo...

A mi me gustan los cristales rotos, tienen mas arte que un cristal entero,sobre todo me gusta andar descalzo por donde hay cristales, me gusta ese koskilledo que hacen al rajar las plantas de los pies, tambien me gusta masticar cristal y pegarle pelliscos a las ventanas(de cristal) Ah! tambien estaba la Jungla de Cristal, mu guena en sus comienzos, y no veas la que forma el John McClane con la escopeta de plomillos, por cierto que se corta los pies con cristal en una escena...Y la gente que ahora chupa cristales! que me dices?
davilaespabila aka lajaka a la estaka